Con cierta frecuencia la música de algunos compositores es la música de otros compositores. La de Sergio Berlioz, en cambio, es auténticamente la música de Sergio Berlioz, con sus influencias -sí- pero también con la posesión inherente de sus propias preocupaciones y de su personalidad. Su obra creativa suele ser incisiva, tenaz, religiosa en su intimidad, y altamente expresiva. Al mismo tiempo, su música da testimonio de un control absoluto sobre la materia prima, en donde nada escapa y nada sobra, justo como la vida. Su música es así, son fragmentos de vida.
Eduardo Soto Millán, compositor y crítico musical del semanario Proceso


El compositor escuchado por otros

En la obra de Sergio Berlioz es fácil advertir lo que en otros resulta huidizo: la fusión  cabal entre tradición y renovación creadora. 
Su vastísima y poliédrica cultura, la fe y el talento artístico han sido, seguro estoy, regalo que alguna eternidad le ha ofrecido con el único fin de conmover a los hombres. Me cuento entre quienes agradecen la conmoción de su música y sólo espero que muchos, muchos más, gocen este privilegio. 
Vicente F. Herrasti, escritor 

Conozco a Sergio Berlioz poco más de veinte años. Desde entonces nuestros encuentros son más o menos frecuentes, donde hablamos de música, literatura y de pintura, temas que  domina de una manera sorprendente. 
Lo he visto en su gabinete donde compone su música en un piano antiguo. Lo observo concentrado y no advierte mi presencia. Cuando ésta se hace evidente, deja de trabajar y nos abrazamos cordialmente. En su estudio de música hay infinidad de libros. Saca algunos y me recomienda su lectura. De ahí nos enfrascamos en una conversación culta. Le cuento de los músicos que he conocido, de la música que prefiero. Siempre coincidimos en nuestra admiración por Mahler, de quien conocemos sus escritos.
Debo decir algo que me enorgullece: Sergio Berlioz nos compuso a Bertha y a mí su Primera sinfonía. 
José Luis Cuevas, artista plástico 

El mérito de Sergio Berlioz es que es una de las pocas personalidades en el medio musical mexicano que ha logrado combinar maravillosamente sus dotes pedagógicas con su siempre vertiginoso y acertado crecimiento como compositor con una mística casi perdida en la actualidad. 
Su vasto caudal de conocimientos sobre la materia, además de su enorme amor por la música, le han ganado el respeto y  el cariño de muchísimos colegas y amantes de éste arte, el cual ha difundido y enseñado con una pasión inusual y genuina, con entrega y dedicación, y lo mismo se ha visto cuando compone: lo que hace es siempre producto de su integridad y su pasión por la vida. 
He visto cómo muchos jóvenes a los cuales Sergio daba clases, transformaban su personalidad después  de tomar su cátedra en la Universidad de las Américas, en Puebla, pues llegaban a amar a la música  como un valor vital más que Sergio les inculcaba y que ellos, a pesar de no haber tenido antes contacto alguno con éste arte, los sensibilizaba y  los volvía mejores seres humanos. 
Horacio Franco, flautista concertista 

Sergio Berlioz comparte una amistad conmigo desde muy joven. Él ha participado en diferentes cursos que he impartido en la Ciudad de México de interpretación musical y ornamentación barroca, además de ser mi asistente personal con la Orquesta Pro-Arte de Munich y la Orquesta Pro-Arte de México. He sido testigo en todo este tiempo del camino recorrido de sus actividades musicales como son conciertos, conferencias, ensayos y artículos. 
Tuve la oportunidad de asistir a una excelente conferencia suya en el 2003 en Casa Lamm y conocer sus más recientes y bellas partituras y confirmar su inigualable talento. Sergio Berlioz tiene todos los méritos para que su música sea ejecutada y grabada sin más tardanza. 
Kurt Redel, director de la Orquesta Pro-Arte de Munich 

Sergio Berlioz es responsable de mi reencuentro con la música clásica. Él ha sido mi gurú en los últimos años, y muchas de mis novelas tienen una banda sonora oculta que se debe a Sergio. Mahler y Elgar, Mascagni y Rossini han entrado a mi casa de su mano. Pocas personas en México tienen esta enorme capacidad de convencimiento y de contagio; esta generosidad y brillo. 
En los últimos años lo he descubierto como compositor. Ahora entiendo que no sólo es un genial divulgador, es un músico repleto de talento. 
Paco Ignacio Taibo II, escritor y ensayista 

Con cierta frecuencia la música de algunos compositores es la música de otros compositores. La de Sergio Berlioz, en cambio, es auténticamente la música de Sergio Berlioz, con sus influencias -sí- pero también con la posesión inherente de sus propias preocupaciones y de su personalidad. 
Su obra creativa suele ser incisiva, tenaz, religiosa en su intimidad, y altamente expresiva. Al mismo tiempo, su música da testimonio de un control absoluto sobre la materia prima, en donde nada escapa y nada sobra, justo como la vida. Su música es así, son fragmentos de vida. 
Eduardo Soto Millán, compositor y crítico musical del semanario Proceso 

Como mi joven estudiante le recuerdo inquieto y contemplativo, atento y distraído, tenaz y terco, perseverante y disciplinado pero sobre todo, intuitivo y apasionado. Poseído de ese amor pasional hacia la vida y hacia lo que se hace, cualidad sin la que no es posible trascender. Siempre ha sido un joven maduro, irradiando constantemente una particular devoción hacia lo que implica la responsabilidad y aquí están buena parte de  los resultados. 
Otra virtud de Sergio es el entusiasmo con el que contagia su pasión por el quehacer musical, un don más que Sergio ha cultivado inmejorablemente y que felizmente lo propaga y predica con el ejemplo: Su amor por educar. Enhorabuena estimado Sergio por este primer cuarto de Siglo de actividad musical intensa y por dártenos sin cortapisas. 
Eduardo Díazmuñoz Gómez, Director de orquesta y compositor 

Me fascina la música de Sergio Berlioz, en particular el Cuarteto de Cuerdas Izkor y sus dos sinfonías. Con un cristalino estilo, Berlioz va formando sus mundos a través de bien pensados motivos que luego son alterados por una nota, un ritmo iniciando caminos nuevos. A mí me complacería mucho, en un futuro cercano, dirigir alguna de sus obras. 
Lukas Foss, compositor y director de orquesta. Sucesor de Arnold Schönberg en la cátedra de composición en la Universidad de California. 
Director emérito de la Orquesta Sinfónica de Búfalo, Nueva York y director laureado de la Sinfónica de Jerusalem 

Una de las herramientas o facultad que el compositor de ayer, hoy y siempre debe tener dentro del baúl de técnicas es la intuición; Berlioz cuenta con esa intuición, misma que equilibra el gran bagaje técnico artístico que imprime a su obra. 
Ignacio Alcocer, director de orquesta y compositor. 
Director de la Escuela de Música de la Universidad de Guanajuato 

Sergio Berlioz se ha educado a si mismo educando a los demás. Su vocación pedagógica se manifestó muy pronto y sirvió de exorcismo contra la predestinación aparentemente irrevocable de nuestra época, en donde la televisión es la institutriz de los niños y donde las aulas de la escuela cooperan eficazmente en la deformación, masificación y cosificación de la inteligencia y la sensibilidad. Su amor por la música y por los libros fueron el vehículo perfecto para dar inicio, laboriosa y pacientemente, a la construcción de si mismo. Desde su adolescencia encarnaba el retrato del artista inconforme y disidente a pesar de sus acendradas ortodoxias. Hoy se yergue solitario frente al panorama de opacidad cultural que amenaza con devorarlo todo como un maestro de cepa, como un defensor de los valores formativos del arte y como un compositor fiel a los dictados de su conciencia y esclavo sumiso de sus obsesiones. 
Ha encarado con valentía los géneros musicales más arduos como son los cuartetos de cuerdas y las sinfonías. Su lenguaje es diáfano dentro de su complejidad y nos conduce, tomándonos de las orejas por mundos oníricos de rara belleza y profundas intensidades. Otorguémosle a su legado el espacio sonoro que merece y concedámosle toda nuestra atención a su voz de educador ya que ha sabido mantenerse incólume frente a los cantos de sirena del mercantilismo y prostitución de la música. 
Samuel Máynez, violinista concertista.
Catedrático del Conservatorio Nacional de Música de la Ciudad de México 

Heredero de una cultura milenaria, Sergio Berlioz ha creado un universo sonoro propio, ligado en lo íntimo a la exaltación suprema del espíritu y la resolución de las preguntas existenciales básicas: origen, tiempo y destino. 
A través de su música, Berlioz genera atmósferas particulares con las que comparte experiencias religiosas, vitales y, hasta, turísticas, pues cualquier elemento circundante es factible de propiciar la generación de motivos para la sensibilidad dispuesta a arriesgar. 
Fiel al credo de la honestidad personal, el compositor mexicano no elude la pertenencia a una época y una circunstancia; defiende que en esta era de caos y destrucción, el arte es un acto de resistencia a favor de la razón y los mejores valores de la humanidad. 
Berlioz es una referencia obligada en el quehacer musical de México.
Raúl Gómez-Miguel, periodista. 
Premio Nacional de Periodismo y del Premio en crónica “Bernal Díaz del Castillo”. 

El compromiso de Sergio Berlioz con la música trasciende la lealtad con "la moda del estilo". Su afán creativo surge de las raíces de la emotividad y florece con la savia sabiduría de su joven madurez. 
Clara Meierovich, catedrática en musicología del Conservatorio Nacional de Música de la Ciudad de México.


Sergio Berlioz es esa ave de extraño plumaje cada vez menos frecuente en nuestro medio musical: un músico con amplios conocimientos teóricos e históricos sobre la música, pero también con una cultura general exhaustiva, ya como lector de poesía, literatura, historia, y con múltiples inquietudes por otras disciplinas. 
La vocación didáctica de Sergio Berlioz está más allá de cualquier discusión: maestro convincente, ameno hasta la emoción y comprometido con la causa de crear nuevos adeptos a la música, es ya el iluminador de un creciente grupo de seguidores contagiados por el amor a la música. Berlioz avanza a contracorriente en un mundo hostil, que muchas veces niega el reconocimiento a quien lo merece, que pareciera combatir antes que propiciar. 
Berlioz, músico completo que divide su sapiencia entre la creación, ya que es autor de obras musicales que ya deberían ser más conocidas, las cuales asimilan lenguajes musicales diversos, con sus personales conceptos y con su amplia cultura que casi siempre sirve de acicate a la invención; la interpretación musical como director de orquesta y por supuesto, la enseñanza, canalizada a veces a través de medios periodísticos y editoriales. 
Luis Pérez Santoja, erudito musical 

Asumir que la nostalgia activa revoluciona la memoria más allá de cualquier tentación melancólica e impersonal, centra la obra de Sergio Berlioz en el buen sendero intrincado de la madurez no exenta de frescura. Difícil logro para una producción que hace constante referencia a las voces interiores de su creador. 
Por momentos, la música de Berlioz ensaya encadenamientos rituales. Una, otra y otra vez parece interrogar la naturaleza de las cosas; se revuelve compulsivamente a la búsqueda obsesiva de un algo extraordinario –véase las dos sonatas para violoncello y piano. 
En el Café Kafka de Praga, por ejemplo, la tercera y última Postal para oboe y cuarteto de cuerdas, el autor no sólo hace hincapié en la memoria, sino se atreve a un diálogo-monólogo que, por momentos, alcanza un pico excitante y vital. Los recuerdos del futuro, entonces, parte inalienable de la creación, se hacen a la luz y promesa de nuevas incursiones sobre este campo esperanzador y todavía poco explorado. 
El Sexto cuarteto de cuerdas, “Sigma del mar océano” entre paréntesis, un auténtico buceo a las profundidades del ser, conlleva el denso entrecruzamiento de las poderosas fuerzas opuestas de la naturaleza que, más tarde, confluyen en un final vibrante y de excelente resolución sonora y técnica. 
Ahora, de un modo u otro, Sergio Berlioz se enfrenta al calibre de los oídos educados, también a la vocación de los “no predecibles” que, todo sumado, conforman las alas silbantes de la crítica constructiva.
Tenemos música, experiencia y ensayo. Tenemos a un Berlioz infatigable y en el arduo camino hacia la transformación de todas las cosas. Tenemos un motivo, al fin, para indiciar sus próximas entregas desde el corazón musical de la mente. 
Alejandro Arzumanian, escritor y poeta